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  1. De esas noches!!!

    lunes, 4 de mayo de 2009


    Me pregunto para qué sirve un blog. Qué puedo publicar en mi blog. En “mí” blog. Es mío y puedo publicar lo que quiero. Creo. Pero entonces, para qué tengo un blog, si puedo escribir, lo que quiero, sin tener un blog. Es decir, no hay ninguna necesidad, o por lo menos yo no tendría ninguna necesidad de escribir, esto que escribo, que no es mucho ni de muy buena calidad, para publicarlo en un blog. Lo podría hacer para guardarlo en un archivo en alguna carpeta de mi portátil. Y de vez en vez mirar y corregir y dejarlas, las palabras, ahí escritas esperando a que yo me acuerde de ellas. Y me pregunto, por pendejo, para qué carajos sirve este blog. ¿Ha sentido usted, amigo, la necesidad de escribir? No importa qué o sobre qué, sólo de escribir.

    Estoy escribiendo esto a la una de la mañana de un lunes que sé va a ser aburrido. Me encontraba en mi cama, que es bastante cómoda, bajo las cobijas, medio dormido, y desde hace como dos horas vengo escuchando esa música maravillosa que producen las gotas de lluvias que dan contra el asfalto, en la calle, o en el techo de tejas de barro en mi casa, o contra el vidrio en la ventana de mi habitación. Escuchando llover, pensé en un cafecito caliente. Traté de aguantar las ganas. La cocina queda lejos de mi habitación y es tarde, los perros de mi casa tienen el derecho, creen ellos, de orinar por toda la casa cuando las luces están apagadas en la noche; para ir hasta la cocina se debe sortear más de un charquito, ¡y más uno que nunca se acostumbró a las “chanclas”! Y descalzo no hay peor cosa que sentir esa agüita en la planta del pie. Pero me dominaron las ganas y me levanté con pereza a recoger el muk rojo del cumpleaños para servir un cafecito. Dos minutos en el microondas y ahí está, caliente, bajo esta lluvia, un delicioso café. De nuevo en mi habitación y después de haber salido con éxito de los charquitos de orines de Switty y Luna, empiezo a pensar en escribir. ¡No en dormir, no en estar bajo las cobijas! ¡No! En escribir. Miré el reloj de mi celular y eran las 12: 30 de la madrugada de un lunes. Del peor de todos los días de la semana. Pensé un rato qué podría escribir, qué pequeña tragedia contar, y en la flojera que me daba prender el portátil. Pero querido amigo, cuando vos tenés ganas de ir al baño, por más pereza que te dé, tenés que ir al baño. Lo mismo me pasa hoy, que tengo que hacerlo, y termino escribiendo bobadas como éstas, que terminan colgadas en blogs como éste. Y entonces me doy cuenta, que al final, uno termina escribiendo, también, para que gente como usted, que me está leyendo ahora, lo lea a uno y después hable de lo innecesario que es invertirle tiempo a lecturas como ésta. Un abrazo, lector.